Un tema que ha estado en debate por mucho tiempo. Pero esta reciente investigación de la NASA revela nuevos hechos.
Drew Shindell, alto científico del clima en el Instituto de Estudios Espaciales de la NASA empleó instrumentos especiales para investigar qué tan sensibles son diferentes regiones del mundo a la presencia de dióxido de carbono, ozono y los famosos aerosoles.
Su investigación arrojó que las latitudes medias y altas son especialmente sensibles a estos agentes, dejando ver así que por lo menos el 45% del calentamiento global es culpa nuestra, cada vez que empleamos estos envases para alejar mosquitos y peinarnos a la moda.
Pero eso no es todo: las partículas de los aerosoles se dividen en varios tipos, pero las más perjudiciales son los sulfatos y el carbón negro, mismos que empleamos al asar comida con carbón o quemar aceite y combustibles derivados del petróleo (sí: al usar nuestro auto). El incremento de temperaturas en el Ártico ha alcanzado niveles alarmantes desde la detección de sobrecalientamiento en 1976. Según Shindell, la mayor responsabilidad por cercanía es de Norte América y Europa, pero eso no nos exime de responsabilidad y de que en menos de un par de décadas esto se salga de control, de no investigar y emplear medios de energía que no perjudiquen al ambiente.
Como hay muchos datos inciertos aún, se espera que el satélite GLORY que lanzará la NASA próximamente brinde reportes más exactos sobre el comportamiento y las propiedades microfísicas de los aerosoles en la atmósfera terrestre.
Drew Shindell, alto científico del clima en el Instituto de Estudios Espaciales de la NASA empleó instrumentos especiales para investigar qué tan sensibles son diferentes regiones del mundo a la presencia de dióxido de carbono, ozono y los famosos aerosoles.
Su investigación arrojó que las latitudes medias y altas son especialmente sensibles a estos agentes, dejando ver así que por lo menos el 45% del calentamiento global es culpa nuestra, cada vez que empleamos estos envases para alejar mosquitos y peinarnos a la moda.
Pero eso no es todo: las partículas de los aerosoles se dividen en varios tipos, pero las más perjudiciales son los sulfatos y el carbón negro, mismos que empleamos al asar comida con carbón o quemar aceite y combustibles derivados del petróleo (sí: al usar nuestro auto). El incremento de temperaturas en el Ártico ha alcanzado niveles alarmantes desde la detección de sobrecalientamiento en 1976. Según Shindell, la mayor responsabilidad por cercanía es de Norte América y Europa, pero eso no nos exime de responsabilidad y de que en menos de un par de décadas esto se salga de control, de no investigar y emplear medios de energía que no perjudiquen al ambiente.
Como hay muchos datos inciertos aún, se espera que el satélite GLORY que lanzará la NASA próximamente brinde reportes más exactos sobre el comportamiento y las propiedades microfísicas de los aerosoles en la atmósfera terrestre.
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